Quizáel flujo mediático global y el proceso de banalización o extra simplificaciónde la información (conocido como “dumbing-down”) ha ‘vendido’ la idea que lasredes sociales organizan masas y viabilizan movimientos sociales, hacenrevoluciones y hasta tumban gobiernos. Egipto, Túnez, los ‘indignados’, etc.
Puesbien, muchas y muchos nos hemos dado a la tarea de abrir, administrar, invitar‘amigos’ y llenar grupos en Facebook o reenviar mensajes, enlaces y noticiasvía Twitter con contenidos que llaman a una reconsideración del proyectogubernamental que pretende atravesar el Isibiro Sécure en nombre del progreso yla integración.
Soyun internauta observador del fenómeno político-comunicacional a través de Red. Estoymanifiestamente a favor del aprovechamiento de las herramientas tecnológicaspara el flujo de la información y una mayor comunicación abierta, horizontal ydemocrática, ventajas que los medios sociales y la interacción vía internet facilitaampliamente. Sin embargo, sugiero puntualizar algunas consideraciones ydesmitificar cualquier posibilidad de una “campañaal alcance de un clic”, o si se quiere las transformaciones políticas desdeel sillón frente a la pantalla de la computadora.
Lapenetración de internet en Bolivia es de 35% aproximadamente, pero se estimaque apenas el 6% lo hace de manera intensiva, es decir accede e interactúa enredes sociales o pasa una considerable parte de su tiempo semanal en internet.En tal sentido, los grupos, mensajes y publicaciones vía redes sociales estánllegando a una mínima porción de la población.
Ningunatecnología es sociológicamente neutra, por lo tanto el internet tampoco lo es.Los medios que usamos están también condicionados a factores socio-culturales.En ese sentido, las redes sociales están mayoritariamente –aunque noexclusivamente, es bueno recalcar– “pobladas” por jóvenes menores a 30 años, deestratos medios y altos, urbanos y con un manejo de la información distinto aotros estratos y generaciones.
Perolos anteriores son sólo datos. El desarrollo del conflicto por la carretera quepretende partir en dos el TIPNIS tiene otro ethospolítico y por ello un panorama que se agota muy fácilmente al querer incidirdesde la Red. No es ni puede ser una lucha urbana. Convencer a miles que sesumen desde la comodidad del sillón sirvió como alerta y denuncia, atrajo deuna u otra medida la atención de audiencias fuera del país, pero su incidenciaahora es casi nula.
Lasredes sociales (Facebook, Twitter o tantas otras) y los medios sociales (comoblogs, diarios ciudadanos, etc) en internet son recursos muy poderosos para queel flujo de información viaje en tiempo real y se democratice. Rompe elmonopolio de las agendas mediáticas y políticas. Son herramientas que permitenla globalización de la información en segundos pero esto no transforma lasrelaciones de poder y mucho menos lo hará en Bolivia.
Lamarcha indígena de más de 800 km es un acto extremo de sacrificio y acciónpolítica. Las y los internautas no podemos pretender estar sumándonossimplemente al hacer clic sobre “me gusta” tal o cual causa. Acciones enmultitud y apoyos tangibles, coordinados e informados vía redes sociales einternet, pueden hacer la diferencia, el resto es snob.
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