miércoles, 12 de octubre de 2011

Las seducciones de la derecha conservadora


* Periódico editado por la Vicepresidencia del Estado Plurinacional,
Nº 7, Año 1, Septiembre de 2011. www.vicepresidencia.gob.bo
Si en septiembre del 2008, en medio de los salvajes intentos de la
derecha boliviana por retroceder el reloj de la historia, alguien
hubiese sugerido que dos años después los intereses económicos y
políticos conservadores enarbolarían las banderas del Proceso de
Cambio, sin duda hubiesen hecho estallar de risa a todos. Pero
exactamente eso es lo que está sucediendo.
¿Una ultraderecha separatista planteando un discurso de respeto al
derecho de los pueblos indígenas, rabiosamente medioambientalista y en
contra de la depredación de los recursos naturales? ¿Una ultraderecha
levantando sobre las cabezas de todos la Nueva Constitución Política
del Estado, pidiendo su respeto y erigiéndose como su más férreo
defensor? Nada más faltaría ver a un “Marinkovic” acusando a Evo
Morales de traidor al Proceso de Cambio y siendo apoyado por
diferentes sectores de trabajadores, proletarios y excluidos, ó a unos
comités cívicos de la media luna marchando por la dignidad de aquellos
a los que correteaba a patadas y cinturonazos en las calles.
Pues hemos llegado, ni más ni menos, a un escenario desquiciado en la
que la realidad ha sido trastocada hasta ese extremo. Y para rematar,
con el apoyo militante (e ingenuo) de connotadas personalidades
vinculadas desde sus orígenes al Proceso de Cambio y al mismo Gobierno
del Presidente Evo Morales.
La marcha indígena contra la construcción de la carretera que debe
pasar por el TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro
Sécure) es el catalizador tanto de la nueva estrategia de la derecha
como también manifestación de su increíble capacidad de camuflaje.
La invasión ideológica de la seducción
Luego de los desastrosos resultados obtenidos con una estrategia que
enfrentaba a sus sectores más duros contra el Estado Boliviano y
contra el masivo bloque popular que lo respalda, decidió cambiar de
estrategia. El nuevo camino que adoptó es la invasión ideológica, en
medio de su voluntad férrea de doblegar el Proceso de Cambio aún a
costa de realizar concesiones momentáneas y calculadas, como la de
asumir como suyos los discursos Constituyente, medioambientalista e
incluso el indigenista.
También está dispuesta a seducir (aparentando ser la seducida) a
sectores de la izquierda que hasta hace poco militaban en el Proceso.
Entre estos están los “superrevolucionarios” que creen que tumbando al
Gobierno del Presidente Evo Morales se generarán condiciones más
propicias para realizar cambios aún más radicales y rápidos que la
nacionalización de los hidrocarburos, los bonos Dignidad, Juancito
Pinto y Juana Azurduy o la transformación del Órgano Judicial mediante
el voto directo. Y ellos creen, con tanta ingenuidad, que la derecha
les permitirá no sólo tomar el poder sino también utilizarlo para
avanzar de manera más acelerada hacia el socialismo!!! ¿Qué se puede
decir de ese cálculo erradísimo? Nada.
Los otros “seducidos” son aquellos grupos y militantes de izquierda
que creen que sus bases electorales y de adeptos en el occidente
urbano del país, así como su vinculación momentánea al Proceso de
Cambio y al Gobierno, son cartas políticas suficientes tanto para
desbancar al MAS como para mantenerse impermeables a la influencia de
esa derecha hábil, sumamente rica y acostumbrada al manejo del poder y
a la manipulación mediática. Otro cálculo pésimo, esta vez basado en
la angurria de poder.
El despliegue de la estrategia
Esta es sumamente simple y corre en tres niveles simultáneos. Primero,
en la focalización de los errores y debilidades de la actual
administración, con el objetivo de inflarlas y mediatizarlas al
máximo. Segundo, en la transferencia lenta del capital discursivo del
Gobierno a los ocasionales aliados de la derecha, y tercero, en el
debilitamiento sistemático de la imagen del principal factor
cohesionador del Proceso: el Presidente Evo Morales.
Desde Diciembre del 2010, luego del fallido intento de nivelación de
precios de los carburantes, la derecha se concentró constantemente en
presentar cada falla de gestión y error político del Gobierno como una
traición al Proceso de Cambio, a sus principios básicos y como un
deliberado alejamiento de los sectores sociales que lo generaron y lo
sostienen. Este despliegue, esencialmente mediático, se vio facilitado
por la inexperiencia de los nuevos funcionarios públicos, la
estructura estatal aún insuficiente y en proceso de transformación, y
por evidentes desaciertos de gestión pública y política.
La transferencia del capital discursivo del Proceso a otros actores es
también evidente, en la medida que emergen fragmentos de
organizaciones, movimientos, regiones o sectores, que son ahora
“aprobados” por medios de comunicación, sectores conservadores y otros
interesados en que estas puedan apropiarse, vía descalificación del
Gobierno, de sus principales banderas. Y es que cuando uno ve a un
dirigente indígena, lo primero que hace es pensar que defiende los
intereses indígenas plasmados en la Constitución o cuando ve un
representante de los trabajadores, piensa que éste necesariamente
defiende la causa del proletariado. Pero en realidad hay también
indígenas que responden a visiones neocolonizadas del país y
trabajadores cuya aspiración es la de ser burguesía.
Finalmente, están los ataques contra el Presidente Evo Morales. Ya
pasaron los tiempos en los que nadie se atrevía a poner en duda su
liderazgo. Antes, los ataques se centraban en una sarta de prejuicios
y miedos sociales, especialmente de la clase media. El comunismo ateo
al que nos llevaría el proceso Constituyente, el rencor de los
indígenas y campesinos contra los blancos y mestizos, el afán
regresivo en la economía que buscaba volver al ayllu, la educación
controlada con mano de hierro por el Estado, y un largo rosario de
etcéteras avivaban el temor de sectores principalmente urbanos.
Hoy el centro de los ataques es el mismísimo Presidente del Estado,
dado que la derecha encontró en los desaciertos del Gobierno una
puerta de ingreso al escenario político y apunta a “sacar al indio” de
la residencia de San Jorge. Y no se va por las ramas. Se lo critica
por autoritario, soberbio, mal gestor público y hasta de traidor a sus
bases y principios, sin la menor consideración del papel fundamental
que juega tanto su persona como su visión en la continuidad del
Proceso de Cambio.
Ay!!!… los medios
Cientos de bolivianos y decenas de instituciones marcharon, se
pronunciaron, se indignaron hasta lo indecible y se rasgaron las
vestiduras ante la noticia de bebés y ancianos muertos, de decenas de
desaparecidos y de una masacre en Yucumo. Hasta la fecha, no existe
confirmación de ningún fallecimiento y definitivamente, no aparecerán
los muertos que la derecha tanto añora y espera. Pero como no los pudo
“fabricar”, los tuvo que inventar en el único espacio que le llega
masivamente a la clase media: las pantallas y portadas de los medios
de comunicación.
No se puede ignorar que se cometieron excesos y abusos en la
intervención de la marcha. Órdenes difusas y mal ejecutadas
probablemente ocasionaron estos lamentables hechos. La investigación
que ya se inició deberá determinar los niveles de responsabilidad y
viabilizará el castigo correspondiente, pero lo que si queda
totalmente claro es que algunos medios de comunicación, de manera
absolutamente irresponsable y malintencionada, publicaron mentiras y
azuzaron a la población para que reaccione en base a informaciones
infundadas.
No es la primera vez que esto sucede, pero resulta indignante que de
manera evidente, ellos decidan montarse en un ejercicio político que
tiene como únicos beneficiarios a la nueva derecha que se arma en el
país y a los intereses agroindustriales del oriente, que no se resigna
a la idea de perder la única llave de acceso geográfico a los
departamentos de Santa Cruz y Beni.
Pero definitivamente el pueblo no es ciego, y a pesar de años de
permanentes mentiras montadas desde los medios de comunicación, muchas
veces más por ingenuidad que por mala intención, éste termina por
darse cuenta de hasta donde están dispuestos a llevar el
enfrentamiento los intereses económicos de la derecha y quiénes son en
realidad los que defienden los intereses de los excluidos.
La nueva estrategia de la derecha, de la desinformación y de la
invasión ideológica, en algún momento se topará con la lucidez social
que fue la que dio origen y aún sostiene al Proceso de Cambio.
Es necesario que el Gobierno analice varias de sus posiciones y
decisiones, que refuerce su vinculación con la sociedad y los
movimientos sociales y que acelere su gestión, pero estos ajustes
necesarios no pasan por ceder ante los evidentes intereses y
estrategias de la derecha por frustrar el proceso. Que el Tipnis no se
vuelva el escenario de fondo de un intento por restaurar a los que ya
fueron echados en octubre del 2003, basándose ahora en nuevas
mentiras, y que más bien le brinde al Proceso un escenario adecuado
para realizar los ajustes

No hay comentarios:

Publicar un comentario