Carlos Meleán, Hamburgo Alemania
¿Otra vez caperucita?
Bueno como hay el destino ni modo ¿no? O como otros dicen, Dios ya lo planeó todo de antemano,
bueno entonces ni para qué enojarse, ni chillar, ni patalear, las cosas son como son y punto. ¿Entonces
por qué salen a decir que nadie dio la orden? ¿A quién le interesa saber si hubo una orden o no?
Ah… ok, ¿están buscando a culpables verdad? ¿Cómo Poncio Pilatos buscando agua para lavarse las
manos? ¿Pero qué pasa si el agua ya está sucia por lo ocurrido, podrán quedar sus manos limpias? ¡NO!
Definitivamente ¡NO! ¿Y cómo podrán lavar sus conciencias? ¿Con agua y con jabón PATRIA? ¿O unos
lagrimones diciendo que sus hijos los necesitan? Pero cómo violan a todos los valores y seguramente
ni se dan cuenta, pero claro que no se dan cuenta, simplemente porque no saben lo que son valores
humanos.
¿Pero y qué tiene que ver la caperucita con este baile?
Mucho, porque ella nace en cada generación y sigue yendo por el bosque para visitar a la abuela que está enferma, y cada vez se encuentra con el lobo, una vez disfrazado de militar, otra de demócrata, otra de cuidador de llamas, otra de filósofo con el peinado con la raya a la izquierda, otra con el bien vestido y así miles de disfraces, y lo interesante es que cada vez se deja comer por el lobo y cada vez no hay un cazador por las cercanías, y cada vez la caperucita se dice “Ah, carajo esto creo que ya viví” Pero nada cambia, realmente nada. Hasta que nació una nueva Caperucita, que fue por el bosque, se encontró con el lobo, entendió lo que el lobo quería, sacó su pistola y el lobo lanzó la queja a los dioses, y lloró, pidió perdón, le suplicó, le beso lo pies Y la caperucita bajo el arma, lo escucho, él la invitó al diálogo y una vez sentados, de frente a frente el lobo se la volvió a comer…
Claro así fue nuestra educación, sin valores absolutos, con muchas palabras elástico, que nos enseñan a
usar con maestría. Soy cristiano, seguramente el último segundo antes de morir, porque quién sabe qué
me espere en el infierno… Soy patriota cuando nuestra selección gana un partido de fútbol, pero cuando
a los pobres les rompen el alma, me quedo delante del televisor y ando indignado… Soy amante de la
verdad y cuando nuestros gobernantes abren la boca y sale una sarta de mentiras, me quedo sentado
poniéndome a pensar, no será posible que tengan un poquito de razón, claro puede ser… ya que el ser
humano tiene errores, comete faltas, y el que no tenga culpa que tire la primera piedra.
Y todos nuestros policías, ¿500 o tal vez más? Con o sin culpas tiraron gases lacrimógenos, que
irritan las vías respiratorias de tal forma que la gente se puede asfixiar, ¿y con qué motivo o razón?
¿Estábamos peleando por recuperar el mar? Seguro que no, porque de fija que los soldados chilenos
no se dejarían, no se dejarían ni tocar un pelo por policías ignorantes que cumpliendo una orden o no,
¡estaban cometiendo un crimen! Policías, el uniforme no les quita la responsabilidad de pensar, de
sentir… pero si creen que seguir malas o inhumanas órdenes es justo, correcto, pues bien pónganse
a pensar si escogieron la profesión correcta, porque ser policía significa hacer respetar los derechos
humanos y no violarlos.
Y lo mismo pasa con los gobernantes ignorantes, que no saben nada de nada y de pronto dicen que
ya saben quién dio la orden y ¡que hay que hacer justicia! ¿Qué justicia quieren hacer? ¿Estamos
en algún show para hacer huevadas y que el público se alegre y ría? Gente pacífica que no hizo nada
fue golpeada, pateada, amarrada, les quitaron la libertad, les pisotearon sus derechos humanos, les
pisotearon la dignidad humana, los humillaron… y ahora piden perdón y muestran a los culpables.
Caraduras, han perdido mi confianza y ustedes no merecen ni consuelo, ni perdón o lástima. Si
tuvieran un poquito de ética socialista, o comunista, o plurinacional tendrían que darse cuenta que
han fracasado, que no pueden seguir como líderes de una sociedad, porque ustedes han pisoteado
la dignidad de su pueblo. Traicionaron al acuerdo con el pueblo, traicionaron a sus palabras como
gobernantes. Y traidores de tal calibre no pueden ser justos gobernantes, no way back!
¿O caperucita, tú qué dices…?
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