viernes, 16 de septiembre de 2011

Esta Carretera No soy Yo

Por: César Pérez

Pienso que es importante que nosotros, especialmente nuestros líderes políticos, miremos el problema del por qué no se debe hacer una carretera a través del TIPNIS a través de 3 tipos de “lentes de escala”.  Si los que están convencidos de que una carretera a través del TIPNIS es completamente justificada tendrían la oportunidad de comprender la verdadera magnitud del problema, probablemente lo volverían a pensar.  Estoy convencido de que la marcha de los pueblos del TIPNIS también representa una lucha mundial.  Es en realidad una lucha de visiones.  Donde un tipo de visión de desarrollo más sostenible está amenazado de muerte por otro tipo de visión totalmente extractiva.  Es una lucha entre paradigmas de desarrollo.

La primera visión, la de los pueblos del TIPNIS, quienes apelan por un buen vivir en estrecha comunión con su bosque.  Este bosque les provee de todo lo necesario para subsistir, satisfacer sus necesidades básicas, y finalmente ser felices.  Los pueblos del TIPNIS, con su propio criterio de calidad de vida y visión de desarrollo responsable con su entorno, nunca han medido su éxito ni su productividad con índices económico como por ejemplo el PIB (Producto Interno Bruto).  La visión de los pueblos del TIPNIS, en su inmensa sabiduría, demuestra que es posible un tipo de desarrollo no-extractivo.  O sea, un tipo de desarrollo que está consciente de que la Tierra provee pero tiene sus límites.  En cambio, la visión de la mayoría de los gobiernos que incluye el nuestro, persigue un tipo de desarrollo totalmente extractivo.  Probablemente este tipo de desarrollo dio los resultados esperados hace muchas décadas atrás, aún cuando el crecimiento poblacional era significativamente menor al actual y cuando había la noción de que los recursos naturales eran infinitos y podían ser explotados de la misma manera, hasta el infinito.  La mayoría estamos de acuerdo en que el mundo ha cambiado.  Son otros tiempos y necesitamos nuevos paradigmas de desarrollo para que podamos vivir bien y en armonía con nuestro planeta. 

Volviendo a la idea de los lentes de escala, imaginemos que son 3 tipos de lentes que cuando nos los probamos cada uno tiene distinto tipo de alcance.  Estoy asumiendo que la mayoría de la población Boliviana vemos el problema a través del primer par de lentes.  Los lentes que visualizan a menor escala.  Los cuales, no por ser de menor alcance, significa que son menos relevantes.  Estos lentes tienen la capacidad de ver a la carretera como una amenaza directa a la fauna y a la flora del bosque del TIPNIS, o como otros (aún con lentes de mucha menor escala) lo llamarían el problema del “arbolito y el pajarito”.  No son necesarias más investigaciones para dejar claro que el impacto en la fauna y la flora (especies de peces, anfibios, reptiles, musgos y helechos entre miles de muchos más) es criminal.  No solamente estaríamos faltando el respeto a la vida de la fauna y la flora y al rol que juegan en este complejo ecosistema; sino que también estaríamos perdiendo la oportunidad de salvar las nuestras a partir de curas que día a día se encuentran en este tipo de bosques.  En otras palabras, el riesgo de destruir fauna y flora en la construcción de una carretera a través de uno de los lugares de mayor biodiversidad en el mundo sería equiparable a quemar una biblioteca sin antes haber leído un solo libro de ella.

El segundo par de lentes de escala aprecia el problema con un poco más de alcance.  Probablemente hay menor cantidad de gente que tiene a la mano este tipo de lentes de escala. Estos lentes te permiten abordar el problema desde la perspectiva de los servicios ambientales que presta el bosque del TIPNIS.  Estos lentes ven al bosque como un sistema que garantiza la fabricación del agua y su purificación.  También ven al bosque como los pulmones que el mundo necesita para la generación de oxígeno y la captura de carbono.  Asimismo, existe mucha evidencia que demuestra que las zonas que cuentan con bosques poseen una mayor capacidad de resiliencia frente a eventos extremos del Cambio Climático.  En otras palabras, comunidades y/o países que cuentan con bosques tienen mayor capacidad para aguantar los impactos negativos de sequías, inundaciones y heladas provocadas por el Calentamiento Global.  Así, este par de lentes permite ver el rol vital que los bosques juegan al proveernos mucho más que agua y aire limpios.

Estoy de acuerdo con que el actual sistema económico neoclásico, en el que el mundo se mueve ahora, es parcialmente ciego (Al Gore, 1993).  Este tipo de economía solo aloca en el mercado algunas cosas y mide la productividad con índices como el PIB.  Conceptualmente, es la distribución de bienes y servicios escasos o limitados a través de fines altamente competitivos (Daly y Farley, 2007).  En otras palabras, la economía neoclásica exige que tomemos decisiones día a día que nos permitan obtener un bien deseado (comprar) y sacrificar algo a cambio de obtenerlo.  La pregunta es en realidad qué sacrificamos por comprar algo? (Daly y Farley, 2007).  Debido a esta ceguera parcial, los servicios ambientales que proporciona el bosque del TIPNIS como no están alocados (considerados) en el mercado (o sea no engrosaran el PIB nacional), son las cosas que están siendo sacrificadas por la construcción de la carretera.  El sistema es ciego a estos bienes y servicios naturales.  Es más, el sistema económico neoclásico está listo para medir eficientemente, y con el único ojo funcional que tiene, la productividad que esta carretera puede generar.  Como por ejemplo, los servicios de transporte, venta de madera, intercambio de muchos productos, aumento de los ingresos económicos en las familias, número de monocultivos establecidos, uso de fertilizantes, consumo de energía, etc, etc.  Pero de nuevo, deja de lado, o no vé, la basura que se generaría, la deforestación inminente de los bosques alrededor de la carretera, la pérdida de la calidad del agua y del suelo, el impacto en el núcleo familiar de las familias en las comunidades, etc, etc.

El tercer par de lentes es probablemente el que las familias de las comunidades del TIPNIS los usan mucho mejor.  Con estos lentes, ellos pueden ver que el problema de que una carretera pase por el medio de su bosque/casa tiene connotaciones mundiales e involucra al sistema económico actual en el mundo funciona.  Este sistema económico es muy bueno hipnotizando no solamente a personas sino también a gobiernos.  Más aún, existen críticas respecto al rol de los gobiernos en su participación en los procesos de mercado (Habermas en Brulle, 2000).  Teóricamente el rol principal de los gobiernos es el de gobernar.  Lo que significa básicamente “escuchar” y “responder” en una comunicación honesta y legítima de doble vía entre el gobierno y el pueblo (Carter N., 2007).  En cambio, el modelo económico actual es un tipo de cuasi-comunicación no-lingüística que no está basado en ningún tipo de diálogo y que antagónicamente funciona bajo otro tipo de principios totalmente diferente al democrático (basado en el diálogo) (Habermas en Brulle, 2000).  Entonces, la mayoría de los gobiernos, incluyendo el nuestro, están hipnotizados y harán todo lo posible por alimentar a un sistema económico virtual porque están distraídos de sus roles principales de gobernar en base a una comunicación y diálogo. 

Es también irónico saber que el sistema económico que la mayoría de los gobiernos busca alimentar es en realidad un sistema totalmente virtual que, extrañamente, rige y modifica la realidad biofísica en la que vivimos.  La economía no es una ciencia exacta (Hall et al., 2009), de hecho es un sistema que ni siquiera responde a las dos primeras leyes de la termodinámica (conservación de la energía y la ley de la entropía) (Hall et al., 2009; Daly y Farley, 2007; varios más).  Y aún así, tiene el descaro de modificar nuestro entorno que sí está regido por estas leyes que al mismo tiempo también rigen el resto del universo (Newton).  Críticas a este sistema económico incluyen la creación de individuos fácilmente manipulables por mensajes para el consumismo masivo de productos y servicios, que retro-alimenta al mismo sistema (Habermas en Brulle, 2000).  Estos individuos tienden a ignorar o carecen de una noción de compromiso frente a la sociedad y su entorno, y que además priorizan el consumo para obtener un estatus o ser buenos candidatos para buscar pareja con fines reproductivos.

Sin embargo, la mayor crítica a este tipo de economía que está vinculada íntimamente al paradigma de desarrollo, que prioriza hacer carreteras para auto-expandirse, es que se asume que puede crecer infinitamente.  Que el desarrollo y crecimiento económico no tienen límites (Daly y Farley, 2007).  Que asume que los recursos naturales son infinitos y que además están sometidos bajo este sistema económico que los transformará para volverlos bienes y servicios que serán posteriormente alocados donde mejor se pague por ellos.  Cuando en realidad es todo lo contrario.  La economía es un sistema que le debe la vida a los recursos que posee el planeta.  El sistema económico es parte de un sistema mucho más grande que cuenta con recursos finitos.  El petróleo y sus derivados, el agua limpia, el litio, el aire limpio, los nutrientes de los suelos, y otros muchos recursos naturales más, se terminan.  Todo tiene un límite.  Si queremos afrontar con mayor visión los desafíos energéticos, económicos y ambientales que nos depara a nosotros los Bolivianos esta década, debemos encontrar el punto en el que el desarrollo económico que buscamos pueda dejar de ser parcialmente ciega.  Es decir, que tengamos la capacidad de incluir en nuestro sistema económico tanto a la productividad como a las externalidades negativas vinculadas con el desarrollo tradicional.

Dejemos de percibir que únicamente los recursos naturales son extraídos para que sean transformados en bienes y servicios apetecidos en el mercado.  Seamos capaces también de vincular la contaminación de los ríos, aire, suelos, e incluso de familias al precio económico en los costos de producción.  Por eso es resulta más fácil y barato comprar un nuevo teléfono celular que tratar de repararlo, continuar en el tren de la mentalidad de masa de estar en búsqueda del siguiente mejor celular o automóvil.  Esto porque no se considera la mano de obra barata en algún país, probablemente de Asia, que se da en condiciones infrahumanas especialmente para niños.  No se considera la contaminación a los que son expuestos tanto personas como comunidades por los metales pesados que se utilizan para su fabricación.  Tampoco se considera el impacto que las empresas, que son muy exitosas según el modelo económico, tienen en la tradición y costumbres de éstas familias.

Por eso, son estas razones del por qué la marcha del TIPNIS deja de ser una lucha local y aislada.  Es en realidad una lucha entre la necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo y uno que es totalmente insostenible.  Es por esto que la carretera deja de ser simplemente una carretera que partirá en dos el TIPNIS para buscar “desarrollo” a costa de “arbolitos y pajaritos”.  Esta carretera se convierte en un símbolo del sistema económico neoclásico actual que está hambriento de extraer para vender bienes y servicios a unos cuantos.  Esta carretera, que solo busca el desarrollo económico, representa una manera de pensar no-lingüística, que no es compatible con procesos democráticos basados en el diálogo honesto y legítimo.  Esta carretera grita prepotentemente que podemos someter a la naturaleza a costa de una expansión económica en base al consumismo.  Esta carretera no es la manera correcta en la que debemos pensar como Bolivianos.  Esta carretera no soy yo.

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